domingo, 14 de febrero de 2010

Románticas imágenes de Eclipse por el Día de San Valentín

Como regalo del Día de los Enamorados, los fans de la Saga Crepúsculo pueden disfrutar de nuevas y románticas imágenes de la tercera entrega


(Pincha sobre las fotos para ver en grande)

En la primera imagen se ve a Edward en la lucha final contra la malvada Victoria (interpretada en esta nueva película por Bryce Dallas) y Riley, el joven a quien convierte en vampiro para ayudarla a conseguir su vengativo objetivo: acabar con Bella.

Las siguientes fotografías son todo un regalo para los fans en las que se puede ver a la pareja en la habitación de ella y también más imágenes del prado, dos de las cuales ya se difundieron hace unos dias como adelanto.

Los últimos stills corresponden al capítulo en que Bella se queda a dormir en casa de Edward y aprovecha la ocasión para tender una "trampa" al puritano vampiro en esa famosa cama dorada.

¿Para cuando unas imágenes similares de Bella con Jacob en Eclipse? el joven lobo podría tener unas escenas con la humana igual o incluso más sugerentes...

Aquí el capítulo correspondiente a las imágenes: "Compromiso" de Eclipse:

—Sé razonable, Bella.

—Me lo has prometido. Lo que yo quiera —le recordé, sin ninguna esperanza. [...]

Por favor... —volví a susurrar. Los latidos de mi corazón se dispararon de nuevo. Me apresuré a aprovechar la duda que había asomado de repente a sus ojos, y las palabras me brotaron a borbotones—. No tienes que darme ninguna garantía. Si no funciona, vale, no pasa nada. Sólo te pido que lo intentemos. Únicamente intentarlo, ¿vale? A cambio te daré lo que quieras —le prometí de manera atolondrada—. Me casaré contigo. Dejaré que me pagues la matrícula en Dartmouth y no me quejaré cuando les sobornes para que me admitan. Hasta puedes comprarme un coche más potente, si eso te hace feliz. Pero sólo... Por favor...

Me rodeó con sus brazos helados y puso los labios al lado de mi oreja; su respiración gélida me hizo estremecer.

—Esta sensación es insoportable. Hay tantas cosas que he querido darte... Y tú decides pedirme precisamente esto. ¿Tienes idea de lo doloroso que me resulta negarme cuando me lo suplicas de esta forma?
—Entonces, no te niegues —le dije, sin aliento.

No me respondió.

—Por favor —lo intenté de nuevo.

—Bella...

Movió la cabeza a los lados, pero esta vez tuve la impresión de que el lento deslizar de su cara y sus labios sobre mi garganta no era una negación. Más bien parecía una rendición. Mi corazón, que ya latía deprisa, adquirió un ritmo frenético.

De nuevo aproveché la ventaja como pude. Cuando volvió su rostro hacia el mío en aquel ademán lento y vacilante, me retorcí entre sus brazos y busqué sus labios. El me agarró la cara entre las manos, y creí que me apartaría una vez más.

Pero me equivocaba.

Su boca ya no era tierna; el movimiento de sus labios transmitía una sensación por completo nueva, de conflicto y desesperación. Entrelacé los dedos detrás de su cuello y sentí su cuerpo más gélido que nunca contra mi piel, que de pronto parecía arder. Me estremecí, pero no era a causa del frío.

Edward no paraba de besarme. Fui yo quien tuvo que apartarse para respirar, pero ni siquiera entonces sus labios se separaron de mi piel, sino que se deslizaron hacia mi garganta. La emoción de la victoria fue un extraño climax que me hizo sentir poderosa y valiente. Mis manos ya no temblaban; mis dedos soltaron con facilidad los botones de su camisa y recorrieron las líneas perfectas de su pecho de hielo. Edward era tan hermoso... ¿Qué palabra acaba de utilizar él? Insoportable. Sí, su belleza era tan intensa que resultaba casi insoportable.

Dirigí su boca hacia la mía; parecía tan encendido como yo. Una de sus manos seguía acariciando mi cara, mientras la otra me aferraba la cintura y me apretaba contra él. Eso me ponía un poco más difícil llegar a los botones de mi blusa, pero no imposible.

Unas frías esposas de acero apresaron mis muñecas y levantaron mis manos por encima de la cabeza, que de pronto estaba apoyada sobre una almohada.

Sus labios volvían a estar junto a mi oreja.

—Bella —murmuró, con voz cálida y aterciopelada—. Por favor, ¿te importaría dejar de desnudarte?

¿Quieres hacerlo tú? —pregunté, confusa.

—Esta noche no —respondió con dulzura. Ahora sus labios recorrían más despacio mi mejilla y mi mandíbula. La urgencia se había desvanecido.

—Edward, no... —empecé a decir.

—No estoy diciendo que no —me dijo en tono tranquilizador—. Sólo digo que «esta noche no».

Me quedé pensando en ello durante unos instantes, mientras mi respiración empezaba a calmarse.

—Dame una razón convincente para que yo comprenda por qué esta noche no es tan buena como cualquier otra —aún me faltaba el aliento, lo que hacía que el timbre de frustración de mi voz sonara menos convincente.

—No nací ayer —Edward se rió quedamente junto a mi oreja—. ¿Cuál de nosotros dos se resiste más a dar al otro lo que quiere? Acabas de prometer que te casarás conmigo, pero si cedo a tus deseos esta noche, ¿quién me garantiza que por la mañana no saldrás corriendo a los brazos de Carlisle? Está claro que yo soy mucho menos reacio a darte a ti lo que deseas. Por lo tanto... Tú primero.

Resoplé, y le pregunté con incredulidad: —¿Tengo que casarme antes contigo?

Ése es el trato: lo tomas o lo dejas. El compromiso, ¿recuerdas?

Fuente
Stephenie Meyer. 2007. Eclipse

miércoles, 10 de febrero de 2010

Nuevas fotos de Eclipse

Estas son las nuevas fotos promocionales de la próxima película de la Saga Crepúsculo que se estrena en los cines en junio.

En ellas, se puede ver a Robert Pattinson (Edward Cullen) y Kristen Stewart (Bella Swan) en su idílico prado, el romántico lugar en el que el vampiro y la humana pueden estar solos sin preocuparse por nada.

Los fans ahora tendrán que averiguar a que parte de la historia pertenece este derroche de amor.

Personalmente creo que se corresponde con el capítulo de Eclipse llamado "Necesidades" en el que Edward pone a Bella en una difícil situación ¿Podrá Bella resistirse a sus necesidades humanas?

Aquí os dejo la parte del capitulo en cuestión:

Eso es lo que hay —cambió de posición debajo de mí, cuadrando los hombros—. Vamos a hacer esto a tu manera, Bella. Esta noche. Hoy. Cuanto antes mejor. Hablaré con Carlisle. He estado pensando que quizá si te damos suficiente morfina no lo pasarás tan mal. Merece la pena intentarlo —apretó los dientes.

—Edward, no...

Me puso un dedo en los labios para cerrarlos.

No te preocupes, Bella, mi amor. No he olvidado el resto de tus peticiones.

Introdujo las manos en mi pelo y sus labios se movieron de modo lento, pero concienzudo, contra los míos, antes de que me diera cuenta de a qué se estaba refiriendo. De lo que estaba haciendo.

No me quedaba mucho tiempo para reaccionar. Si esperaba un poco, no sería capaz de recordar por qué tenía que detenerle. Ya empezaba a no poder respirar bien. Aferré sus brazos con las manos, apretándome más contra él, mi boca pegada a la suya, contestando de este modo a cualquier pregunta inexpresada por su parte.

Intenté aclararme la mente, para encontrar un modo de hablar.

Se dio la vuelta lentamente, presionándome contra la hierba fría.

¡Oh, vamos, qué importa!, se alegraba mi parte menos noble. Tenía la mente llena de la dulzura de su aliento.

No, no, no, discutía en mi interior. Sacudí la cabeza y su boca se deslizó hasta mi cuello, dándome una oportunidad para recobrar la respiración.

Para, Edward. Detente —mi voz era tan débil como mi voluntad.

—¿Por qué? —susurró en el hueco de mi garganta.

Intenté imprimir algún tipo de resolución en mi tono.

—No quiero que hagamos esto ahora.

—¿Ah, no? —preguntó, con una sonrisa transparentándose en su voz. Puso sus labios otra vez sobre los míos y se me hizo imposible volver a hablar. El fuego corría por mis venas, quemándome donde mi piel tocaba la suya.

Me obligué a concentrarme. Me costó un esfuerzo enorme el simple hecho de liberar mis manos de su pelo, y trasladarlas a su pecho, pero lo hice. Y después le empujé, en un intento de apartarle. No podría haberlo conseguido sola, pero él respondió como sabía que haría.

Se irguió unos centímetros para mirarme y sus ojos no ayudaron en nada a respaldar mi resolución, ardiendo de pasión con un fuego negro.

—¿Por qué? —me preguntó otra vez, su voz baja y ronca—. Te amo. Te deseo. Justo ahora.

Las mariposas de mi estómago me inundaron la garganta, y él se aprovechó de mi incapacidad para hablar.

Espera, espera —intenté musitar entre sus labios.

—No será por mí —murmuró despechado.

—¿Por favor? —jadeé.

Él gruñó y se apartó dejándose caer sobre su espalda de nuevo.

Nos quedamos allí echados durante un minuto, intentando frenar el ritmo de nuestras respiraciones.

Dime por qué no ahora, Bella —exigió él—. Y será mejor que no tenga nada que ver conmigo.

Todo en mi mundo tenía que ver con él. Vaya tontería esperar lo contrario.

Edward, esto es muy importante para mí. Y quiero hacerlo bien.

—¿Y cuál es tu definición de «bien»?

—La mía.

Se dio la vuelta apoyándose en el codo y me miró fijamente, con una expresión de desaprobación.

—¿Y cómo piensas hacer esto bien?

Inspiré en profundidad.

—De forma responsable. Todo a su tiempo. No voy a dejar a Charlie y a Renée sin lo mejor que les pueda ofrecer. No voy a privar a Alice de su diversión, si de todas formas me voy a casar. Y me ataré a ti de todas las formas humanas que haya antes de pedirte que me hagas inmortal. Quiero cumplir todas las reglas, Edward. Tu alma para mí es muy importante, demasiado importante para tomármela a la ligera. Y no me vas a hacer cambiar de opinión en esto.

Te apuesto a que sí podría —murmuró, con los ojos llenos de fuego.

—Pero no lo harás —le repliqué, intentando mantener mi voz bajo control—.

No si sabes que esto es lo que quiero de verdad.

—Eso no es jugar limpio —me acusó.

Le sonreí abiertamente.

—Nunca dije que lo haría.

Él me devolvió la sonrisa, con una cierta nostalgia.

Si cambias de idea...

Serás el primero en saberlo —le prometí.

Fotografias: 1 , 2
Stephenie Meyer.2007. Eclipse